El orador preparó su tema, está de pie frente al público, muchas miradas se posan sobre él y empieza a pronunciar palabras…. Parece que va bien pero hay una parte de su cuerpo que no sabe cómo usar: Las manos. Pesan, molestan. ¿Te pasó?
Algunas personas no saben si mover las manos al hablar o dejarlas quietas. «¿Las guardo en el bolsillo?» «¿las muestro?» «¿Qué hago?»¡En ese momento preferirían no tener brazos! Estas preguntas qué muchas vecen repiten con angustia los alumnos de oratoria tienen soluciones más fáciles de lo que parece.

En este artículo te enseñaremos qué hacer para que tu gesticulación refuerce la comunicación y no distraiga. Te daremos consejos prácticos para acompañe y ayude a lograr tu objetivo de comunicación, no importa cual sea.

Vamos entonces a la cuestión. No es un tema menor porque además del lenguaje oral comunicás por el tono de voz y por el cuerpo. Las manos pueden distraer, contradecir, aclarar o reforzar lo que dicen tus palabras. Para contextualizar también recuerda que hay mitos sobre la comunicación no verbal.

En esto no hay términos absolutos: tanto el exceso de movimientos que desconcentran como la total ausencia que aburre es perjudicial. ¡Cual es la cantidad exacta? La respuesta es subjetiva. Incluso puede variar según el contexto. ¿o es lo mismo un discurso de motivación que un discurso fúnebre? También habrá variaciones según los estilos de cada persona. Además, la cantidad de asistentes también importa. Cuanto más numeroso sea el público, más exagerados deberán ser los gestos para que todo el mundo los vea. El movimiento en general implica actividad y esto sirve para que el público no se aburra.

Por otra parte, los brazos si se mueven al compas del discurso van marcando el ritmo, ilustran algunas ideas. Sirven para mostrar la confianza del expositor, su nivel de conocimiento y los matices y variaciones.

1.Mostrá las palmas

¿Te diste cuenta como pone la mano el que pide dinero y cómo el que saluda amistosamente? ¿y el que da una orden? Si cruzas las manos detrás de la cintura alguien puede llegar a pensar que estás ocultando algo. Las manos en los bolsillos mucho tiempo, sobre todo si son las dos, dan imagen de inactividad o excesiva informalidad. Mostrar las palmas está asociado a franqueza y credibilidad.

Evitá cruzarte de brazos, es la postura que uno suele adoptar cuando se opone o cuando necesita crear una barrera para sentirse protegido.

2. Usá los dos brazos

Puedes comunicarte sin necesidad de mover los brazos, pero usarlos aumenta tu capacidad comunicativas. Por el mismo motivo te sugerimos uses los dos aunque con uno solo lo hagas bien. Acompañar el discurso con un solo brazo es como salir a la cancha con un jugador menos de lo que me permite el reglamento.

La posición es entre el abdomen y los hombros. En ese lugar las manos acompañan sin tapar tu rostro y sin quitar protagonismo a las palabras. Gesticular a la altura de la cabeza o más arriba es equivalente al «gritar» por eso solo lo recomendamos para discursos muy emocionales.

Tratá de que el movimiento no sea a partir de la muñeca sino de los codos e incluso despegando los codos del torso. Es importante la variación: si sos de mover mucho, matizar con algun silencio donde también haya inmovilidad. Si sos de mover poco, en algún momento especial estará bueno que hagas algún gesto con fuerza.

Hay que tener cuidado de que no haya arranque frenético o movimientos explosivos que puedan chocar al auditorio, salvo que estés representado alguna emoción particular o algún personaje hiperkinético.

3.Evitá tocarte.

Denota mucho nerviosismo e inseguridad cualquier autocontacto o manipulación (hay que evitar rascarse la nariz, las orejas, masajearse el otro brazo, tocarse el cuello. También da mala impresión si jugar con el anillo, pulsera, reloj o algún objeto que tengas. Lo peor: cuando tienes una lapicera en la mano y haces un ruidito permanente. Es la formula perfecta para irritar a la audiencia).

No hace falta mencionar que está prohibido hurgarse las orejas o comerse las uñas. Taparse la boca con la mano, tocarse la frente son gestos que no tienen asociaciones positivas, por lo cual es mejor no hacerlos. El unico autocontacto sugerido es cuando te hacen una pregunta y antes de responder te tomas el mentón, a veces con un índice señalando al oido (ese gesto denota reflexión, análisis, escucha.)

4.Usá ojivas

a veces el nerviosismo no permite cumplir lo anterior porque la tensión corporal es muy alta y por eso el orador necesita agarrar algo o tocar/se para «descargar» esa «energía». En ese caso puedes juntar las puntas de los dedos de las dos manos en este gesto que se denomina ojiva. Es un autocontacto que puede aliviar la tensión, pero como dice Sergio Rulicki es una postura que transmite aplomo y asertividad. «Adoptamos  inconscientemente esta postura cuando sabemos de lo que estamos hablando, y cuando prestamos atención a lo que estamos escuchando. También indica imparcialidad«.

5. Pensá en el mensaje y olvidá las manos.

Un último consejo: conectá con tu público y con tu tema y dejá libres las manos. Que se manifieste tu forma de ser. Algunos tienen son de mover mucho y «hablar hasta por los codos», otros son mas parsimoniosos. Si tratás de realizar conscientemente todo lo que hemos puesto mas arriba tus movimientos serán artificiales como los de un robot. Es como si fueras una marioneta y alguien de arriba estuviera moviendo los hilos. Y es muy difícil que las palabras tengan sentido si vos estás pendiente de qué hacer con los brazos. Por eso, que aflore tu personalidad. Respecto a los brazos: dejalos caer al costado del cuerpo y olvidalos. Concentrate en lo que querés decir, porqué, qué tiene eso de importante. Si te enganchás con tu tema, el discurso va a fluir y las manos van a acompañar naturalmente a las palabras.

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