Compartir ahora

Viviana es una profesional de trayectoria para su joven edad. Además de
su trabajo independiente trabaja en una repartición del estado. Por su gran
conocimiento y desempeño eficaz empieza a crecer laboralmente y es
número cantado para ocupar un cargo directivo. Cuando se abren todas las
puertas para el ascenso soñado Viviana se da cuenta que ella misma las cierra a propósito. ¿Por qué? Ese puesto y salario que todos envidian, a ella le implicaría tener que exponerse y hablar en reuniones, congresos,
conferencias de prensa. Solo pensar en esa posibilidad paraliza a Viviana y
por eso esquiva, delega o posterga cualquier situación que implique
exponerse.

En la vida (personal o laboral) suelen existir circunstancias que buscamos esquivar aunque sean inevitables, y para muchos la presentación en público es un ejemplo de esto. Pero hoy la capacidad de comunicar es una herramienta insoslayable: empleado, gerente, alumno, secretaria, docente, mando medio, asistente, sindicalista, postulante laboral, profesional, inquilino, (y podría seguir…) en algún momento inexorablemente necesitarán hablar bien. No animarse a hacerlo repercutirá negativamente en sus resultados (ingresos, vida familiar, autoestima, etc). El impacto de la habilidad comunicativa a veces es incluso mayor que el del conocimiento. De nada me sirve saber si no puedo transmitirlo.

Sugerencias

Como cualquier destreza, la capacidad de expresión oral ante un grupo de personas se desarrolla con la práctica. Frente a este tipo de situaciones nuestra primera recomendación es el ejercicio cotidiano. 

Igualmente, si hay temor a enfrentar un auditorio, la cuestión es más compleja. A hablar se aprende hablando, pero hablando mal es muy fácil aprender a hablar pésimamente. Por ello agregamos otras sugerencias que nos han dado resultado en trabajo con alumnos que se han animado a mejorar su capacidad de oratoria:

1) Practique la respiración (relaja y ayuda a manejar los tiempos).

2) Conéctese con el tema (tener un motivo o un punto de vista “naturaliza” la situación)

3) Recuerde las experiencias de éxito, y de cada desafío registre no sólo como se sintió antes y durante, sino como se sintió después.

4) Prepare el tema. El conocimiento le dará más seguridad.

5) Sepa que los primeros segundos serán de tensión e incomodidad (focalice entonces en el resto o en el tema y no en ud. mismo).

6) Apóyese en ayudas visuales (pero que no lo remplacen a ud.)

7) Practique previamente la exposición frente a conocidos y priorice las evaluaciones de ellos por sobre sus propias opiniones. En algunos casos el temor propio es infundado y las autocríticas son excesivas.

Muchas veces el miedo no es otra cosa que miedo a lo desconocido, y a éste la única forma de vencerlo es conociéndolo. Por supuesto: de a poco, paso a paso, pero con constancia. Como Viviana que después de hacer un taller de OratoriaenCordoba dejó de poner excusas y preocuparse cuando la invitaban a hablar. Incluso, nos contó que hasta se decepcionó un poquito cuando le dijeron: “quédate tranquila, ya conseguimos a otra persona que hable por vos”.

Lic. Esteban Spontón

¿y vos? ¿Te cuesta hablar? Contanos tu experiencia en este tema.