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En nuestros cursos de oratoria en Córdoba los alumnos en los ejercicios se preocupan por hablar y evitar el silencio. Parece natural, ¿no? Como si el silencio fuera un vacío de comunicación.

Es frecuente que insistamos mucho con este tema. -«Hagan más pausas», «Hagan pausas más largas» suele decir el entrenador. Tienen muchas ventajas y a las personas al principio les cuesta hacerla en las exposiciones en público. Una primera aclaración: el silencio no es un vacío de comunicación. Ese supuesto vacío se llena de lo que acaba de decirse o de lo que se dirá a continuación. En el primer caso facilita la comprensión. En el segundo genera expectativa.

¿Por qué cuesta tanto hacer pausas en las presentaciones en público?

Estamos acostumbrados, en el modo conversación, a evitar dos extremos: que las dos personas hablen simultáneamente, o que se produzcan silencios incómodos. Por eso, cuando alguien está hablando y no le baja la idea pero no quiere ceder el turno aparecen muletillas («ehh», «este…», «¿sí?», etc.) Porque el silencio sería decirle al otro/a que puede empezar a hablar. En el modo presentación (frente a audiencia numerosa) no te van a interrumpir. Y si hablás muy rápido, no podrán seguirte (diferente es la conversación de dos o tres personas, ahí te frenan y te preguntan lo que no entienden).

Otra razón es que la exposición para un público numeroso provoca estimulación fisiológica en orador/a. Esa activación (aquí puedes ver consejos para afrontar el miedo) hace que se hable rápido y cueste frenar.

Ventajas del buen uso de las pausas:

  • Permite respirar y ayuda a relajarse
  • Facilita la comprensión del auditorio
  • Genera expectativa
  • Disminuye probabilidad de «laguna mental» y da tiempo al orador para organizar las ideas
  • Permite enfatizar ciertas partes o palabras del resto del discurso
  • Evita fatiga del orador
  • Rompe la monotonía

¡Ojo! No hay que confundir la pausa (preparada, o ritmo gestionado por orador) con el bache (vacío, cuando se genera silencio porque no se sabe qué decir). Incluso un uso frecuente de las pausas permite que cuando aparezca el bache tengamos más tiempo para organizarnos y el público no lo note.

Un último consejo: cuando hagas las pausas mantén contacto visual con la audiencia y evita que tu mirada se pierda en el techo o en el piso.