Compartir ahora

¿Por qué hay discursos tan aburridos?
¿Por qué hay textos escritos preciosos que cuando se DICEN en voz alta pierden su magia y su fuerza?
¿Por qué algunas personas hablando tienen tanto impacto, aunque al LEER POR ESCRITO las mismas palabras parecen inexpresivas?

En los cursos cuando los alumnos quieren escribir previamente sus discursos solemos sugerir tener un esquema pero no un guión (para que haya más espontaneidad, fluidez y no dependan de la memoria). Pero hay algunas excepciones en las que que al hablar en público es mejor tener todo el texto escrito y no dejar ningún detalle para la inspiración o la improvisación.

Esto sucede en ocasiones protocolares (generalmente políticas, académicas u organizacionales) cuando las palabras encierran una gran responsabilidad, o cuando queremos que el discurso quede en la historia, o cuando la responsabilidad es tal que olvidarse una frase o cambiar una palabra puede traer muchos perjuicios. En esos casos, si hablamos sin ningún guión escrito, no nos dirán: “que buen orador, cómo improvisa…” sino más bien: “¡le dimos el privilegio (tiene el deber) de hablar y no preparó nada!”

La LECTURA y la ESCUCHA son dos procesos muy diferentes. No es lo mismo escribir para un público lector que escribir lo que será dicho por un orador escuchará esas palabras y mirará al orador.

Pensar para el ojo y escribir para el oído

Por eso al elaborar el texto del discurso que será leído, por más que el formato sea escrito hay que «traducir» del formato de la escritura al de la oralidad. Algunos consejos para la adaptación de las frases:
  • Evitar exceso de formalidad (ej. remplazar «con el objetivo de» por «para»)
  • Separar frases y hacer frases cortas (ej. remplazar «me comprometo con mi ciudad que me vio nacer, el país que me dio tantas oportunidades y el mundo que aspiro a cambiar» por «Me comprometo con mi ciudad que me vio nacer. Me comprometo con el país que me dio tantas oportunidades. Me comprometo con el mundo que aspiro a cambiar»)
  • Usar frases cortas y sencillas
  • Eliminar la voz pasiva
  • Hacer pausas
  • Evitar siglas y vocabulario técnico

Por otra parte, en la lectura hay que exagerar entonación, volumen y énfasis. Alternar la mirada de la hoja con el contacto visual a todo el publico. Si bien en modo «conversación» solemos hablar un promedio de 170 o más palabras por minuto y rellenamos silencios con pausas como «ehm, uhm» en el modo «presentación» o lectura de discurso se sugiero aproximadamente entre 120 y 140 palabras por minutos y hacer pausas silenciosas de un segundo, segundo y medio o más (para darle tiempo a la comprensión y para respirar mejor).

¿Te interesa profundizar estas herramientas, ejercitarlas en un seminario y aprender a armar frases de impacto con recursos de la retórica? Escríbenos a info@oratoriaencordoba.com.ar o whatsapp al 3516686791 que el 15/02/2024 haremos capacitación vía zoom.